Hoy reseñamos el primer libro de poemas en el blog. Hace un par de días estuve en casa de mi madre y me regaló un poemario escrito por Eva Aladro Rico. El libro se llama Poemas para Teresa y es una compilación de poemas que escribió lamentando la muerte de su madre. El libro fue publicado en Mayo de 2009 por la editorial Huerga & Fierro, en su colección de Poesía.
Reconozco que hasta que mi madre me dio el libro no había oído hablar antes de ella. Es Profesora Titular de Teoría de la Comunicación en la Universidad Complutense, con un impresionante conocimiento de lenguas extranjeras y autores de cuatro libros de poesía. El primero fue publicado en 1995 y lleva por título Imagen de la luz (Devenir). Tres años más tarde publica Cuaderno de versos (Ópera prima) al que seguiría en 2004 Retroalimentación, publicado en la misma editorial que el presente volumen. Para los interesados en saber más acerca de la vida de esta poeta pueden visitar su página de la Complutense (donde entre otras cosas podréis encontrar una traducción realizada por ella de los reportajes de Antoine de Saint Exupéry sobre la guerra civil española que tienen my buena pinta).
Aunque el tono general del libro es bastante triste (como es natural) en el fondo el libro es una celebración de la vida y los buenos momentos compartidos. Los poemas están llenos de palabras con cierta connotación positiva como “blanco” o “luz”. Al recordar pequeños episodios del pasado conseguimos traer nuevamente a la vida las personas que ya nos han dejado y vencemos de forma temporal a la muerte. Las conversaciones que Aladro Vico tuvo con su madre en vida se proyectan en sus poemas y adquieren una nueva dimensión que está libre de las coordenadas marcadas por el tiempo. Y si hay algo latente en todas estas conversaciones es el amor que entre ambas se profesaban.
El amor es otra de las fuerzas que consigue derrotar a la muerte. Por amor nos juntamos con otras personas con las que compartimos nuestras vidas y formamos una familia. Y cada nueva generación es una nueva vuelta empezar, una repetición del ritual que no sólo hace que la vida en sí evolucione, sino que el pasado se mantenga. Como dijo Miguel Hernández en su poema Hijo de la luz y de la sombra: “Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,/
se besan los primeros pobladores del mundo.” Esta repetición generacional no se produce sólo en el amor sino en cada faceta de la vida. La muerte de su madre conlleva la muerte de la abuela para sus hijos. No es los mismo perder a una madre que perder a una abuela, pero esto le sirve a Aladro Vico para recordar precisamente episodios con sus propios abuelos. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo ella se dirige a sus hijos de una forma tierna y metafórica para dulcificar el momento.
Los poemas generalmente son breves y de lenguaje claro. Aladro Vico juega con la construcción de las frases y el ritmo del verso es preciso y precioso. A veces el título del poema es a la vez el primer verso del poema, adquiriendo ese arranque una fuerza especial. Curiosamente el poema más largo del libro no está dedicado a su madre, sino a su padre. Él hace ya tiempo que ha fallecido y el lenguaje es sensiblemente diferente. Del mismo modo que al reencontrarnos con una viejo amor el diálogo fluye de forma más natural y menos amarga cuanto más lejana se ha producido la ruptura, el tono de este poema es mucho más complaciente, como si dos viejos amigos se tratara, que contemplan ya la vida más allá del bien y del mal. El dolor se atenuó hace tiempo y, aunque la muerte de su madre remueve este tipo de recuerdos, se aproxima a este tema con mayor serenidad e incluso complicidad.
En resumen un volumen breve, intenso y sobre todo de una increíble belleza, que recogen los poemas del dolor de una hija por la muerte de su madre. Es muy fácil caer en el patetismo o la cursilería cuando se hacen poemas a los familiares, pero sin lugar a dudas Eva Aladro Vico gobierna el manierismo con mano dura dejando un verso simple y sincero que conmueve a todo aquél que se asoma a su lectura.