Cómo manejar la adolescencia

Si tienes hijos en edad adolescente seguro que te resulta familiar la siguiente situación: Carlos ha cumplido los 13 años. En pocos meses ha cambiado su actitud ante cualquier situación; ahora cualquier cosa le pone de mal humor e irritable y apenas pasa tiempo con su familia. Se encierra horas y horas en su habitación relacionándose con amigos en las redes sociales. Durante las comidas familiares, permanece en la mesa el tiempo justo hasta terminar de comer y volver a encerrarse en su habitación.

Cuando los padres intentan iniciar una conversación con su hijo adolescente, el contesta con comentarios desagradables sin un motivo justificado. Ante cualquier comentario de los padres, Carlos reacciona poniendo los ojos en blanco y alejándose con un exagerado gesto de decepción. Habitualmente Carlos se queja porque según él, sus padres son controladores y no le permiten ninguna libertad.

Algunos mitos sobre la mala actitud en los adolescentes

Por otro lado sus padres se sienten impotentes: aunque han tratado de razonar o estar más disponibles para hablar con él, sus esfuerzos no han conseguido mitigar el distanciamiento o el desprecio de Carlos hacia sus padres. Cada intento de iniciar una conversación termina en nuevo desprecio o con una huida a su habitación. Todas las conversaciones del día a día, se vuelven amargas, Carlos se relaciona con sus padres como si tuvieran la peste o la lepra. Cada intento por abrazarle o besarle, terminará con una reacción dramática.

Esta situación continuada termina por poner a todos nerviosos. Cuando esto sucede, los pequeños problemas cotidianos se magnifican y se convierten en grandes conflictos. Los padres empiezan a discutir porque tienen distintas opiniones para afrontar el comportamiento de su hijo adolescente. Además, Carlos se está llevando todo el protagonismo y la atención de los padres, dejando a un lado a la hermana pequeña, Laura, que está recibiendo menos atención y permanece como espectadora sin entender muy bien qué está sucediendo.

Si esta situación te resulta familiar, no desesperes. Se pueden hacer muchas cosas para trabajar sobre el comportamiento y la actitud desafiante de un hijo adolescente. No existen fórmulas mágicas pero si hay técnicas que mejoran la situación. El primer paso es eliminar nuestros conceptos equivocados sobre los adolescentes y su comportamiento, las motivaciones que les llevan a actuar de esa manera. 

Ideas erróneas sobre los adolescentes

1. Pensar que el comportamiento del adolescente es deliberado.

Puede que cueste de creer, pero tu hijo o hija adolescente no tiene el control sobre su mal comportamiento. El adolescente no te está manipulando a propósito, ni tampoco es una de sus metas inventar formas de molestarte. Al contrario, es la víctima de todo tipo de cambios biológicos y psicológicos habituales en un adolescente y sobre los que tiene poco control. Ten en cuenta que está atravesando la montaña rusa de emociones y sentimientos de la adolescencia, y tú estás viajando con el.

Todos esto tiene una explicación en los cambios que se están produciendo en su cerebro: el desarrollo es más rápido de las áreas y funciones cerebrales que aumentan la impulsividad, la preferencia por la toma de riesgos y la gran influencia de los compañeros, que ahora son el centro de sus relaciones. Las zonas del cerebro encargadas del autocontrol y la toma de decisiones de manera racional, se están desarrollando lentamente y no estarán completadas hasta dos o tres años después. No todos los adolescentes se comportan exactamente igual, puede haber diferencias según el entorno o la propia personalidad. Lo importante que debe quedar claro a los padres, es que no hay una acción o palabras mágicas que consigan transformar de repente el comportamiento de un adolescente.

2. Intentar razonar con un adolescente sirve de poco

Sabiendo que muchos comportamientos en el adolescente, ni el mismo es consciente de por qué los hace, es poco probable que una conversación con un adolescente marque una diferencia en el comportamiento y su actitud. Si tenemos en cuenta que incluso los adultos tratamos de evitar comportamientos como dejar de fumar o empezar a hacer ejercicio y pueden pasar años sin encontrar el momento de reaccionar, es incluso menos probable que funcione con un adolescente.

Aún así es positivo ser razonable con tu hijo adolescente. Le estaremos mostrando una forma de razonar, manejar los conflictos y resolver problemas. El ejemplo que le damos al adolescente puede marcar la forma en que este futuro adulto afronta la vida, según ha aprendido de sus padres. Además, ayuda a reducir la tensión creada entre los padres y el adolescente. Hay que aprovechar los momentos de calma, para dar un abrazo o decir unas palabras agradables para demostrarle que estamos con él. 

3. Castigar los malos comportamientos de un adolescente

En el caso de adolescentes, el castigo puede empeorar la situación. La respuesta natural para los padres es mostrarle al adolescente que su comportamiento no nos gusta y tiene consecuencias, darle una lección nos puede parecer la mejor herramienta. Pero lo cierto es que el adolescente puede reaccionar aislándose aún más y evitar pasar tiempo con la familia. Eso disminuirá las posibilidades normalizar la relación y de recibir una influencia positiva. Castigar al adolescente puede ayudarnos a desahogarnos por un instante por la frustración cuando nada más parece estar funcionando. Pero lo cierto es que el castigo, no es probable que cambie el comportamiento o actitud del adolescente a corto o largo plazo. 

Técnicas para mejorar la actitud en los adolescentes

1. Aprovecha los momentos de paz.

Durante esos momentos en que el adolescente está relajado y habla amablemente, debes prestar la máxima atención escuchando activamente y tratando de entenderle. Considera estos momentos positivos como ocasiones únicas en las que mejorar la proporción de veces en las que hay un comportamiento razonable y civilizado. Trata de premiar al adolescente cuando es razonable. Después de una buena conversación hazle saber que ha sido un momento agradable. 

2. Mejor los castigos suaves.

Si llega un momento en el que crees que debes castigar a un adolescente, es mejor imponer castigos suaves. Los más habituales como dejar de ver la televisión o usar el teléfono móvil es el recurso más razonable para un adolescente. Lo importante es que debe ser breve, por ejemplo una noche o un día. Está demostrado que castigos largos llevan a efectos negativos y aumentar el resentimiento. Además un castigo leve y breve bien razonado será mejor tolerado y sin causar efectos negativos.

3. Encuentra la forma de negociar la libertad

Un pensamiento habitual en los adolescentes es que no tienen ninguna libertad y que sus padres son demasiado controladores. Piensa en cosas en las que puedes dar un poco más de margen y libertad. Quizás puedas llegar a un acuerdo para ser más flexible con el peinado, la ropa. A cambio el adolescente debe cumplir su parte del acuerdo. Siempre es positivo demostrar tu capacidad para comprometerte y darle al adolescente un poco más de libertad en cuestiones menos importantes, para poder ser firmes en otras donde no es posible ceder.

Intenta hacer lo que funciona

Es comprensible que te preguntes por qué debes prestar tanta atención a los sentimientos del adolescente y elogiar cuando hace lo correcto. Quizás te parezca una pérdida de tiempo y energías. Si piensas que no necesitas estas estrategias o que esto supone más esfuerzo de lo que estás dispuesto a hacer, puedes olvidar estas recomendaciones. Sin embargo, sin fomentar el comportamiento que deseas de manera positiva trae el aumento de la tensión en casa y situaciones cada vez más complicadas.

Todas estas recomendaciones surgen de investigaciones sobre cómo modificar el comportamiento en niños y adolescentes. A medida que el adolescente se desarrolla, el estrés en el hogar disminuirá progresivamente y las relaciones familiares mejorarán.